Una entrevista – Muchas voces

Autora: Susana Rossin. Publicado en Revista Sistemas Familiares en el artículo INFANCIA , para qué sirve la voz. Año 28. Noviembre/2012.

Luis  falleció hace un mes, es el padre de Hernán y Javier, murió repentinamente, fueron tres semanas de  enfermedad intensa.  Acababa de divorciarse de Isabella, la madre de Hernán y Javier.

En las entrevistas de mediación previas al divorcio, los hijos no estuvieron presentes físicamente pero si sus voces, con mucha intensidad.  Trabajamos en equipo la Dra. Myriam Cohen y yo. Fueron conversaciones tristes, profundas y bellas.

Los chicos sabían que esto estaba sucediendo, sus padres les contaron que estaban trabajando mucho para que toda la familia estuviese mejor.

Los pedidos de Hernán y Javier  a sus padres y los deseos de Luis e Isabella  para sus hijos, ocuparon gran parte de  las conversaciones.

Después de muchos años de desencuentros, maltrato y dolor,  infidelidad y violencia, Luis e Isabella  recuperaron el diálogo. Las voces de los hijos pudieron entrelazarse con la presencia y las  palabras  y acciones de sus padres para la paz de la familia.

Todo terminó con una gran apuesta a las conversaciones, Luis e Isabella  descubrieron que sí podían, aún divorciándose, encontrarse  y comprenderse, amarse de otra forma, pedirse perdón,  disfrutar de la tarea conjunta de ser padres, estar cerca.

Un mes después de la muerte de Luis,  llegaron  Hernán y Javier  a una entrevista casi arrastrados por Isabella , con la compañía de dos tías, una materna y otra paterna.

Isabella aprendió  que las conversaciones hacen bien y para eso viene,  a seguir las conversaciones, esta vez con sus hijos.

Hernán  de 13 años está muy rebelde, no escucha ni mira ni obedece ni le habla a su madre.

Javier  de 8 años,  acompaña.

Las tías vienen a hacerles  saber a los chicos que la familia completa está para ayudarlos y acompañarlos.

Hernán  no quiere hablar, está enojado, distante, molesto, molesta.

Javier, acompaña.

Los adultos: mediadoras, madre y familia, mantienen una conversación y admiten  el silencio de los chicos. Hay dolor, preocupación, desolación, sobrecarga.

Qué sensación sorprendente para un niño ver llorar a los padres!  Sentirlos de carne y hueso, escucharlos  hablar de sus penurias, saberlos vulnerables.  Qué poderosa fuerza la del amor en público, saberse queridos delante de otros.

Isabella  está desorientada, ansiosa, quiere que todo esté bien, está preocupada por el silencio de Hernán. Las tías aportan mucho amor para todos y mucha comprensión.

Se cuentan anécdotas, aparece Luis.

También aparece  un espacio para los deseos. Hernán  quiere  jugar al futbol a la salida del colegio, no por eso se olvidó de su papá ni va a dejar de estudiar.

Javier  muestra cuánto le gusta dibujar y pide  hacer deporte todos los días.

Isabella, sobrecargada y asustada, escucha  los pedidos de sus hijos.

Las palabras van ocupando algún lugar en la tristeza. Todos, incluyendo la voz de Luis, estamos un poco más aliviados.

La conversación gira hacia el  duelo,  pasa por la ausencia y termina con la idea de soportar el paso del tiempo para estar mejor.

Se decide respetar la voluntad de los chicos de no participar en conversaciones de Mediación  si no desean hacerlo.