La vida en sociedad, en familia (tomando este concepto desde una perspectiva amplia e inclusiva), en grupos de trabajo, estudio o placer, genera relaciones personales, institucionales, comunitarias.
Estos vínculos pueden ser fuertes, débiles, cercanos , lejanos, íntimos o superfluos. En cualquiera de sus formas, o en todas, moldean , estructuran el sentido de nuestra realidad diaria.
Muchos de esos vínculos se constituyen en nuestras redes de sostén, nuestros espejos positivos o motores del hacer y sentir cotidiano. Generalmente conforman espesos tejidos sociales de intercambio, solidaridad, creatividad, recursos.
También ocurre algunas veces, que esos mismos u otros vínculos aparecen por épocas como generadores de malestar, incomodidad, emociones dolorosas, daño, injusticia, indiferencia.
De estas ideas surgen algunas preguntas:
Cuando en las relaciones personales (matrimonio, parejas, paternidad o maternidad, abuelazgo, equipos de trabajo o estudio, etc) , institucionales, comunitarias, surgen problemas, conflictos, molestias, dudas, desorientación, estancamiento:
¿Se puede recuperar la “comodidad”, la esperanza de felicidad y placer?
¿Qué caminos se pueden tomar para hacerlo?
¿Existen alternativas diferentes al litigio?
¿Los caminos legales siempre son destructivos?
¿Cómo utilizar las palabras para construír?
¿Qué herramientas nos permiten recuperar habilidades?
¿Cómo tender puentes?
Podremos obtener algunas respuestas reflexionando sobre temas como Mediación Familiar, Asesoramiento legal familiar responsable, Orientación Familiar, Conversaciones colaborativas, Covisión de temas difíciles, Entrenamientos en Equipos Reflexivos.